miércoles, 27 de julio de 2011

EL CUERPO, UNA NOCHE Y EL ESPEJO

ABURRIDA DE LA MODA QUIERO COMPARTIR EL MEJOR ATUENDO CUANDO NOS SENTIMOS BIEN CON NOSOTROS MISMOS, CON NUESTRO CUERPO.

Escribo en la penumbra de mi cuarto tapizado por las estampas de Gustave Klimt y los pósters de Marlene Dietrich. Ella me atisba con su mirada lánguida y soberbia mientras garabateo la hoja blanca sobre la que se reflejan los rayos del sol, apenas filtrados por las rendijas de las persianas. Hace calor, un calor tórrido, seco. Oigo el sonido de la televisión encendida en la otra habitación y me llega la vocecita de mi hermana, que entona la sintonía de un programa de dibujos animados americano; fuera un grillo chilla su despreocupación y todo es tranquilo y apacible dentro de esta casa. Parece que todo estuviera encerrado y protegido por una campana de cristal finísimo y el calor hace más pesados los movimientos. Pero dentro de mí no hay calma. Es como si un ratón me royera el alma de una manera tan imperceptible que incluso parece dulce. No estoy mal, ni bien; lo inquietante es que «no estoy». Pero sé dónde encontrarme: basta levantar la mirada y reflejarla en el espejo para que una calma y una felicidad benigna se apoderen de mí.


Me admiro ante el espejo y me quedo extasiada por los contornos que se van delineando poco a poco, por los músculos que toman una forma más modelada y segura. Pero, como un bosque inextricable, el vello esconde el Secreto y lo oculta a los ojos.

El placer de mirarme es tan grande y tan fuerte que de pronto se vuelve un placer físico, que llega con un cosquilleo inicial y termina con un calor y un estremecimiento nuevos, que duran pocos instantes.
No quiero destruir este mundo de algodones que me he construido, es un mundo mío, cuyos únicos habitantes son mi cuerpo y yo.
Lo único que me hace sentir verdaderamente bien es esa imagen que contemplo y que amo. El resto es ficción. Mis amistades son falsas, nacidas del azar y criadas en la mediocridad, nada intensas...
Es falsa esta casa, tan distinta a mi estado de ánimo en este momento. Querría que todos los cuadros se desprendieran repentinamente de las paredes, que por las ventanas entrara un aire gélido y aterrador, que los aullidos de los perros remplazaran el canto de los grillos.
Quiero amor. Quiero que mi corazón se libere y ver las estalactitas de mi hielo hechas pedazos que se van a pique en el río de la pasión, de la belleza.
Alboroto en la calle. Carcajadas que llenan este frío aire invernal. Pero tengo miedo. Tengo miedo de salir de casa y encontrarme con miradas desconocidas. Lo sé, estoy en perenne conflicto conmigo misma: hay días en que estar con los demás me ayuda, lo necesito de manera imperiosa. Otros días lo único que puede satisfacerme es estar sola, completamente sola. Entonces echo desganadamente a mi gato de la cama, me tiendo boca arriba y pienso... Quizá hago sonar algún CD, casi siempre música clásica. Y me siento bien con la complicidad de la música y no necesito nada.


Pero este alboroto me está destrozando, sé que esta noche alguien vivirá más que yo. Mientras, yo permaneceré en este cuarto escuchando el sonido de la vida; lo escucharé hasta que me abrace el sueño».

1 comentario:

  1. Sin dudas, un blog donde lo que figura, da ganas de ser leído! Una vez más lográs captar mi atención a la hora de chusmear blogs y dejarles lindos comentarios, You rock Cintia!

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